Reikiavik



Escrito y dirigido por Juan Mayorga
Con Daniel Albaladejo, Elena Rayos y César Sarachu
Teatro Valle Inclán, Madrid

Dos personajes de los que sabemos bastante poco, y que a mí me recordaron a Vladimir y Estragón de Esperando a Godot, se reúnen cada día en un parque para representar el duelo de ajedrez entre Bobby Fischer y Boris Spassky, la llamada partida del siglo en 1972, en Reikiavik. Esta vez lo hacen delante de un chico que va camino del instituto para hacer un examen, que no tiene idea de nada de lo que pasó.


Teatro dentro del teatro sin que sea evidente, los dos actores reales se convierten en vagabundos-actores para el muchacho para representar esa historia en que la paranoia de la guerra fría se concentra en la paranoia de dos personas. Uno de ellos, Spassky, lleva detrás toda una maquinaria de un sistema político mientras que el otro, Fischer, es paranoico ya antes de llegar a esa situación y se presenta sin más apoyos que los del dinero que ha ido ganando en anteriores campeonatos.

Como pasó otras veces en el siglo XX, EEUU ganó y pareció que ganaba más todavía gracias a la televisión. Pero Bobby Fischer acabó su fulgurante carrera allí, a los 29 años.

Todo esto se cuenta con una gran artesanía teatral, el texto es minucioso y los actores lo exponen, lo homenajean se podría decir, en todo momento y con cada palabra, a la perfección. La obra no decae en ningún momento y acaba, como se suele decir, muy arriba. El juego teatral de personajes que hacen de otros personajes y del muchacho espectador que a veces entra en el engranaje del mismo y a veces se lo mira desde fuera está también muy bien medido. Un goce.

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