Mad Men
Hoy voy a hacer una recomendación de una serie de televisión. No sé si la dan en la televisión española, ni en que canal, ni menos aún la hora en la que se emite. Internet ha cambiado mis hábitos televisivos para siempre, y se me hace insoportable la idea de ver un episodio por semana, pero eso es otro tema del que hablaré otro día.
Mad Men es una serie de las que yo llamo de ritmo lento. No hay muertos en cada episodio, ni cinco giros argumentales por capítulo. Los personajes se van descubriendo poco a poco, con sus matices y sus redondeces. La descripción de una época y una sociedad también es importante en este tipo de series. Lo contrario de Lost o Weeds, por poner otros ejemplos de series que adoro. Algo más parecido a Six Feet Under o The Soprano.
¿Y de que va esta serie? De la edad de oro de la publicidad en los estados unidos de américa (los principios de los años sesenta) a través de los ojos de unos ejecutivos que trabajan en una agencia. Vemos conformarse una época de la que la mayoría de nosotros somos hijos, pero que sin embargo ya forma parte de un pasado. El consumismo como ostentación de riqueza, la las mujeres liberadas y las por liberarse, los criptohomosexuales, el glamour de los viajes transoceánicos... aspectos que hemos conocido de pequeños pero que ahora ya no tienen sentido o por suerte ya se han superado.
Luces y sombras de una época en que los cuadros de Jason Pollack eran el último berrido, o en la que los médicos fumaban hasta en las consultas. En que una mujer tenía que decidir entre su familia o su trabajo. En que el machismo estaba bien visto pero las mujeres ya podían desempeñar un cargo de responsabilidad si luchaban el doble que ellos.
Y con una galería de ganadores-perdedores con la que no queda otra que sentir empatía. Don Draper, de origen humilde que pudo escapar de la miseria cambiando de identidad, y Peggy Olson, que con tal de ser alguien en la vida también reniega de lo más intimo de si misma son los personajes principales de esta serie coral, y se complementan a la perfección. Ella es de las pocas mujeres que no son seducidas por Don, porque él sabe que ambos son iguales, y la respeta profundamente y en secreto.
Complementan este retrato de época una esposa supuestamente modélica que empieza a tener inquietudes, un jovencito tan ambicioso como corto de miras, una chica pin-up que escala en la empresa de una manera demasiado obvia, artistas de la generación beat, ricos antiguos y nuevos... todo un desafío para los guionistas que han sabido retratar unos años en que las cosas parecían cambiar muy rápidamente (como ahora) y los nuevos inventos (llamémosle fotocopiadora entonces o teléfonos móviles ahora) eran sospechosos de traer cáncer o infertilidad.
No perdersela!
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