El rey
Texto y dirección: Alberto San Juan
Elenco: Luis Bermejo, Guillermo Toledo y Alberto San Juan
Elenco: Luis Bermejo, Guillermo Toledo y Alberto San Juan
Teatro del Barrio, visto en el Teatre Lliure de Barcelona
Comentábamos el otro día la importancia de que fluyan los trabajos teatrales entre Madrid y Barcelona. Esta vez, por caprichos del calendario, hemos visto un trabajo de los magníficos actores/autores/productores del Teatro del Barrio (Ruz-Bárcenas entre otras) en el Lliure de Barcelona.
Juan Carlos, personaje ficticio que ha sido rey de España muchos años, presencia por televisión la proclamación de su hijo tras haber abdicado. Le vienen a la cabeza recuerdos, fantasmas del presente/pasado y otros brotes de diversa índole.
Adolfo Suárez, el general Franco, Juan de Borbón, Carrero Blanco o Felipe González son algunos de los personajes que desfilan ante la anciana mirada del ex monarca, que tiene flashbacks muy realistas en los que se van revelando aspectos de su vida que lo son también nuestra historia más reciente.
Frente a lo que puede parecer por la cartelería y promoción de la obra, no tiene nada de caricatura (en todo caso tiene momentos esperpénticos) y se huye del chiste fácil. Los personajes tienen oportunidad de defenderse dentro de la feroz parodia que es la obra en su conjunto, otra pieza de teatro documental donde solo se imaginan los diálogos y ciertos detalles, pero que están muy bien acreditados históricamente.
Los actores están (como nos tienen acostumbrados) que se salen. Luis Bermejo hace de Juan Carlos, cambiando de edad y de autosuficiencia a lo largo de su vida constantemente: de los 10 años hasta la edad actual. Maravilloso. Alberto San Juan y Guillermo Toledo van interpretando el resto de los personajes cambiando con una facilidad pasmosa y jugando al teatro con nosotros ("ahora soy Adolfo Suárez", por ejemplo), en un estilo que ya es propio al teatro del Barrio y que definiría como teatro político documental: miran al público, buscan su complicidad para que nos demos cuenta de que aunque estamos frente a una obra de teatro hay mucho (o todo) de verdad en lo que nos están contando. Formamos parte de lo mismo con ellos. Ni que decir que entramos en ese juego instantáneamente, con sumo agrado y nos lo pasamos de miedo.
Un auténtico must de la cartelera.
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