Tartufo




de Molière
Versión y dirección de Ernesto Caballero 
Con Pepe Viyuela, Paco Déniz, Silvia Espigado, Germán Torres, María Rivera, Estibaliz Racionero, Javier Mira y Jorge Machín. 
Teatro Reina Victoria, Madrid

Lo primero que me viene a la cabeza al empezar esta reseña es que sólo por ver a Pepe Viyuela ya vale la pena acudir al teatro Reina Victoria. Todos sus matices son fenomenales y especiales. Queda dicho.

La historia de un falso mendigo muy piadoso y religioso que engaña a Orgón, el dueño de una casa muy adinerada para quedárselo todo es el paradigma universal de la hipocresía, como Hamlet lo es de la indecisión o Macbeth de la ambición. Ernesto Caballero nos lo presenta, como ha hecho otras veces, deconstruyendolo y presentándonos en primer lugar a la compañía de actores planteándoselos preguntas sobre sus personajes, qué quiere decir hoy en día ser un clásico o interpelando al público. ¿Quién sería Tartufo o los Tartufos de hoy en día? Con este ardid, logra que nos pongamos en situación y disfrutemos el (resumido) texto en su totalidad. Queda un poco raro que los personajes hablen como si fueran de Calderón (se usa la traducción clásica también de José Marchena del siglo XIX), pero un personaje, la criada, es una actriz incorporada de última hora que se expresa a lo poligonero. Buen hallazgo.

La escenografía empieza desnuda pero se va vistiendo, nunca mejor dicho, con unos carros percheros que van distribuyéndoselos por el escenario, dos lámparas que suben y bajan y cuatro muebles. Parece sencillo, pero es tremendamente eficaz. Los otros actores están más que a la altura de todo el conjunto, nos gustó especialmente Paco Déniz como Orgón y Maria Rivera como criada-limpiadora.

Da gusto cuando una producción con famoso a la cabeza tiene tanta calidad y no se apoya solamente en un nombre. 


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