La gran ilusión



Basada en La gran magia de Eduardo de Filippo

Con Marcelo Subiotto, Patricia Echegoyen, Pablo Mariuzzi, Alejandra Radano, Nacho Gadano, Elvira Onetto, Yanina Gruden, Paco Gorriz, Pablo Razuk, Santiago Sirur e Ignacio Sureda. 

Músicos: Santiago Sirur (cantante), Shino Ohnaga (acordeón), Germán Martínez (guitarra) y Ernestina Inveninato (violín y mandolina).

Dirigido, traducido y versionado por Lluís Pasqual

Teatros del Canal, Madrid

En este blog admiramos mucho a Eduardo de Filippo, lo mismo que Lluís Pasqual. Si tenemos en cuenta que a Lluís Pasqual también le gusta mucho el autor italiano, la combinación parecía perfecta. Y lo fue, con algún pequeño detalle que a mi no me entusiasmó.

Durante un espectáculo de magia, una mujer aprovecha un truco de desaparición para fugarse con su amante y abandonar a su marido. Cuando el hombre va a pedirle cuentas al prestidigitador, éste se revelará como un gran mago, pero de la palabra, y logrará convencerle de que vive en un sueño y que, en la realidad, sigue con su esposa.

Muy acertado es destacar este aspecto, el poder de la sugestión, en unos tiempos en que la mentira campa a sus anchas y, como dijo Goebbels, repetida mil veces se convierte en verdad. Muy acertado también es el traslado de la acción a la ciudad de Mar del Plata, en Argentina. Estos actores del Teatro San Martín de Buenos Aires manifiéstan plenamente y con creces el sustrato italiano de la cultura argentina. No hay nada más napolitano que escucharlos a ellos. Hay muchos otros aciertos de escenografía y música que hacen que la función sea absolutamente deliciosa.

Y ahora voy a comentar los detalles que menos me han gustado: hay un prólogo, divertido pero creado por Pasqual, es decir, añadido, al que no le acabé de ver la relación con el texto, y tampoco un sentido dentro de la propuesta general. El segundo detalle son las canciones, que si bien son un auténtico regalo para nuestro goce y sensibilidad (olé por el grupo musical), tampoco encajan en la acción y más bien creo que hacen perder el hilo de la trama. Estos "alargamientos" hacen que el espectáculo se resienta en cuanto a ritmo y dure, quizás, llámenme atrevido, algo más de lo necesario.

Pese a las pequeñas objeciones personales, se trata de un trabajo redondo y a la altura de lo que esperabamos.




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